Desde que la Corte Suprema ratificó la condena a seis años de prisión contra Cristina Fernández de Kirchner en la causa Vialidad, la casa de la exmandataria en el barrio de Constitución se ha convertido en el epicentro de una vigilia constante. Militantes, simpatizantes y ciudadanos autoconvocados han decidido acompañarla en este momento crucial, expresando su respaldo y rechazo al fallo judicial.
A pesar de las bajas temperaturas, cientos de personas se han congregado en la intersección de San José y Humberto I, donde han levantado carteles, entonado cánticos y desplegado banderas en apoyo a la expresidenta. La vigilia, que comenzó el mismo día de la sentencia, se ha mantenido firme, con refuerzos en distintos momentos del día y la noche.
Cristina Kirchner ha salido en varias ocasiones al balcón de su residencia para saludar a quienes la acompañan, en un gesto que refuerza la conexión con sus seguidores. Mientras tanto, su defensa ha solicitado que la condena se cumpla bajo prisión domiciliaria, argumentando que, por su edad y condición de exjefa de Estado, corresponde que permanezca en su hogar.
El impacto de la condena ha trascendido las fronteras nacionales. Organizaciones sindicales y políticas han expresado su rechazo al fallo, calificándolo como un acto de persecución judicial. En paralelo, sectores del oficialismo han optado por el silencio, intentando tomar distancia de la controversia.
La vigilia no solo representa un acto de resistencia política, sino también un símbolo de la profunda división que atraviesa la sociedad argentina. Mientras algunos celebran la sentencia como un avance en la lucha contra la corrupción, otros la ven como una maniobra de lawfare, destinada a proscribir a una de las figuras más influyentes del país.
El desenlace de esta situación aún es incierto. En los próximos días, Cristina Kirchner deberá presentarse ante los tribunales de Comodoro Py, y la Cámara Nacional Electoral oficializará su inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos. La vigilia, sin embargo, sigue en pie, como una muestra de que, más allá de la condena, el respaldo popular a la exmandataria sigue vigente.