En la Argentina de 2025, donde cada semana parece condensar un año de historia, el escándalo por los audios filtrados que involucran al entorno más cercano del presidente Javier Milei ha desatado una tormenta política de proporciones inéditas. Las grabaciones atribuidas a Diego Spagnuolo, exdirector de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), revelan presuntas maniobras de corrupción que salpican a Karina Milei, Eduardo “Lule” Menem y otros funcionarios clave. Lo que comenzó como una filtración aislada se convirtió en una saga de revelaciones que amenaza con erosionar los pilares simbólicos del gobierno libertario: transparencia, austeridad y ruptura con “la casta”.
Imagen y credibilidad: el relato en jaque
Desde su irrupción en la política, Milei construyó una narrativa de outsider incorruptible, enfrentado a los privilegios del poder tradicional. Sin embargo, este escándalo pone en duda la autenticidad de ese relato. La falta de una respuesta institucional clara —más allá de discursos cargados de ironía y desvíos hacia la oposición— ha generado desconcierto incluso entre sus propios votantes.
La defensa oficial se ha centrado en denunciar una “operación política” del kirchnerismo, pero el contenido de los audios, lejos de ser desmentido con pruebas, ha sido minimizado o ignorado. Esta estrategia reactiva, más emocional que racional, puede resultar eficaz en el corto plazo para mantener la base dura, pero erosiona la credibilidad ante sectores moderados y actores internacionales.
Economía: el ruido político como variable de riesgo
El impacto económico no tardó en manifestarse. En una semana marcada por la incertidumbre, el dólar paralelo volvió a escalar, superando los $1.370, mientras los bonos soberanos sufrieron una caída de hasta el 6% en mercados internacionales. Bloomberg advirtió que el escándalo “amenaza el capital político de Milei” y puede complicar su agenda de reformas.
La percepción de inestabilidad institucional —sumada a la falta de avances legislativos y el enfrentamiento con gobernadores— ha reactivado el riesgo país, que volvió a ubicarse por encima de los 2.400 puntos. En este contexto, el relato de “equilibrio fiscal” pierde fuerza frente a la imagen de un gobierno acorralado por sus propias contradicciones.
¿Y ahora qué?
La pregunta que sobrevuela es si este escándalo marcará un punto de inflexión o será absorbido por la lógica polarizante que domina la política argentina. Milei, fiel a su estilo, ha redoblado la apuesta: se presenta como víctima de una conspiración y refuerza su discurso contra “los orcos del Congreso”. Pero el desgaste es palpable.
La credibilidad, como el valor en el fútbol, se pierde en segundos y cuesta años recuperar. Y en un país donde la economía baila al ritmo de la política, los audios no solo revelan voces comprometedoras: también hacen ruido en los mercados, en la calle y en las urnas.