En un contexto de alta tensión política y judicial, la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner reapareció en la sede del Partido Justicialista con un discurso cargado de definiciones contundentes. En el marco del Día de la Resistencia Peronista, la exmandataria reivindicó la historia del movimiento y lanzó duras críticas al Gobierno de Javier Milei y al Poder Judicial, en vísperas de un fallo clave de la Corte Suprema que podría definir su futuro político.
Uno de los ejes centrales de su discurso fue la denuncia de una presunta persecución judicial. “Estar presa es un certificado de dignidad”, afirmó ante la militancia, en referencia a la posibilidad de que se confirme su condena en la causa Vialidad. Kirchner sostuvo que su eventual encarcelamiento no resolverá los problemas del país y pidió al Gobierno “pensar otra salida”. Además, comparó la situación actual con la proscripción histórica del peronismo, evocando los fusilamientos de José León Suárez y el atentado fallido en su contra en 2022.
La expresidenta también hizo un llamado a la unidad del peronismo, instando a evitar fracturas internas que, según ella, solo benefician a sus adversarios. “Los peronistas estamos acá y vamos a seguir estando”, enfatizó, en un mensaje dirigido tanto a la militancia como a los dirigentes del espacio. En este sentido, su discurso buscó consolidar una estrategia política frente a lo que considera un intento de proscripción por parte del Poder Judicial.
Desde el oficialismo, las declaraciones de Kirchner fueron interpretadas como una estrategia para reforzar su liderazgo dentro del peronismo y movilizar a sus seguidores en un momento crítico. La incertidumbre sobre su futuro judicial y electoral mantiene en vilo a la dirigencia política, mientras el kirchnerismo se declara en estado de alerta y movilización.
El discurso de Cristina Kirchner no solo reafirma su rol como una de las figuras más influyentes del peronismo, sino que también marca el inicio de una nueva etapa de confrontación con el Gobierno y el Poder Judicial. En un país donde la política se define tanto en los tribunales como en las calles, su mensaje resuena como un llamado a la resistencia y la reorganización del espacio opositor.