Julio arrancó con una nueva suba en los combustibles, y aunque el Gobierno insiste en que se trata de una actualización “técnica”, el impacto en la calle es bien concreto. La nafta volvió a aumentar en todo el país, empujada por la actualización parcial de los impuestos a los combustibles líquidos y al dióxido de carbono, dispuesta por el Decreto 441/2025. En Tucumán, el incremento fue del 4,4%, por encima del promedio nacional del 3,5% informado por YPF.
Los nuevos valores en la provincia ya se reflejan en los surtidores:
- Nafta Súper: $1.313
- Infinia: $1.514
- Diésel 500: $1.353
- Infinia Diésel: $1.516
El ajuste responde a una fórmula de actualización trimestral que había sido postergada durante 2024. Ahora, el Gobierno decidió aplicar parte de esos aumentos, mientras que el resto —incluyendo los correspondientes al segundo, tercer y cuarto trimestre del año pasado y al primero de 2025— se trasladará al precio final a partir del 1° de agosto.
El argumento oficial es que se busca “normalizar” el esquema impositivo. Pero en la práctica, el resultado es un nuevo golpe al poder adquisitivo, especialmente en el interior del país, donde el transporte público es limitado y el auto no es un lujo, sino una necesidad. Tucumán no es la excepción: con salarios que corren detrás de la inflación y una economía regional que aún no despega, cada suba en los combustibles se traduce en más presión sobre precios y logística.
Mientras tanto, las petroleras aprovechan el contexto para ajustar márgenes. YPF, por ejemplo, implementó un sistema de micropricing que ofrece descuentos nocturnos y autodespacho, pero que no alcanza a compensar el alza sostenida del litro de nafta.
La nafta sube, el dólar se plancha y el relato oficial celebra la baja de la inflación. Pero en la calle, el ajuste sigue su curso. Silencioso, pero constante.