El programa económico del gobierno de Javier Milei ha desatado un intenso debate entre los principales economistas del país. Mientras algunos destacan su compromiso con el ajuste fiscal, otros advierten sobre los riesgos sociales y económicos que podrían derivarse de sus políticas.
Por un lado, Hernán Letcher y Juan Enrique han sido contundentes en sus críticas. Letcher advierte que las medidas de liberalización podrían profundizar la desigualdad, mientras que Enrique señala que el impacto de las tarifas y los costos básicos está erosionando el poder adquisitivo de los argentinos. Ambos coinciden en que el modelo actual beneficia a sectores concentrados en detrimento de las mayorías.
En una línea similar, Guido Agostinelli y Miguel Boggiano califican el plan como un “experimento” que no está funcionando. Agostinelli subraya el cierre masivo de pymes y el impacto devastador en el empleo, mientras que Boggiano critica el enfoque gradualista y aboga por reformas más rápidas y decididas.
Por otro lado, economistas como Carlos Melconian y Hernán Lacunza reconocen ciertos aspectos positivos del plan. Melconian elogia el ajuste fiscal como un paso necesario, aunque cuestiona la política cambiaria y advierte sobre el riesgo de hiperinflación. Lacunza, por su parte, destaca la importancia de un enfoque integral para garantizar la estabilidad, aunque también critica el retraso en la salida del cepo cambiario.
Domingo Cavallo, arquitecto del plan de convertibilidad de los años 90, ha señalado que el peso argentino está sobrevaluado y que es urgente eliminar el cepo cambiario para evitar distorsiones económicas. Sin embargo, advierte sobre la fragilidad de las reservas del Banco Central.
En contraste, Roberto Cachanosky y Fausto Spotorno han sido más críticos. Cachanosky denuncia una “doble estafa” para los exportadores, mientras que Spotorno señala que el programa actual es solo de transición y carece de un plan estructural claro.
Martín Guzmán y Juan Carlos de Pablo ofrecen perspectivas divergentes. Guzmán califica el modelo libertario como un “salvavidas de plomo” que prioriza la especulación financiera sobre el sistema productivo, mientras que De Pablo adopta un enfoque más pragmático, sugiriendo que la salida del cepo no será traumática si se maneja con cuidado.
Diego Giacomini, exsocio de Milei, ha sido especialmente crítico del plan económico, calificándolo como “dinámicamente inconsistente”. Giacomini advierte que la estrategia actual podría llevar a una devaluación abrupta y cuestiona la negociación con el FMI, señalando que los acuerdos anteriores han fracasado y que este no será la excepción. También critica la falta de credibilidad del gobierno y el impacto negativo en la inflación y el tipo de cambio.
Luis Rosaes, por su parte, ha señalado que el ajuste fiscal y la reducción del gasto público son necesarios, pero advierte que la eliminación de subsidios y el aumento de costos operativos podrían afectar gravemente a los sectores más vulnerables. Rosaes también destaca que la estabilidad económica depende de un equilibrio entre las reformas estructurales y el impacto social de las medidas.
En este contexto, el plan de Milei sigue siendo objeto de análisis y debate. Mientras algunos ven en él una oportunidad para corregir desequilibrios históricos, otros temen que sus costos sociales sean demasiado altos. Lo cierto es que el rumbo económico del país está en el centro de la discusión pública, y las decisiones que se tomen en los próximos meses serán cruciales para definir el futuro de Argentina.