En un país donde el fútbol es más que deporte —es identidad, emoción y narrativa colectiva— la posibilidad de que la TV Pública no transmita el Mundial 2026 marca un quiebre simbólico. Desde 1978, cada Copa del Mundo ha sido una cita compartida por millones de argentinos a través de la pantalla estatal. Pero el gobierno de Javier Milei evalúa no adquirir los derechos televisivos, en el marco de un ajuste profundo en los medios públicos y una posible privatización de sus estructuras.
El fin de una tradición
La decisión, aún en evaluación, se inscribe en una lógica de recorte presupuestario y reorganización institucional. Bajo la intervención de Radio y Televisión Argentina y Contenidos Artísticos e Informativos SAU, el Ejecutivo busca reducir costos y redefinir el rol de los medios estatales. Carlos Curci, al frente de esta transformación, representa una gestión que prioriza eficiencia económica por sobre el valor simbólico de ciertas políticas culturales.
La TV Pública ha sido históricamente el canal que garantizaba el acceso universal a los partidos de la Selección Argentina. Su ausencia en el Mundial 2026 —que se disputará en Estados Unidos, México y Canadá— no solo sería inédita, sino que abriría un debate sobre el lugar del Estado en la democratización del entretenimiento y el deporte.
Economía, licitaciones y derechos fragmentados
Transmitir el Mundial implica negociar con FIFA por distintos tipos de derechos: desde la emisión completa en vivo hasta fragmentos para redes sociales y plataformas digitales. El costo de estos paquetes varía según la categoría y la región, y el gobierno podría optar por no participar en la licitación formal. En ese caso, los partidos quedarían en manos de canales privados, como ya ocurrió con Telefe durante la Copa América y las eliminatorias.
La pregunta de fondo es si el ahorro justifica la pérdida de alcance social. En un contexto de inflación persistente y ajuste fiscal, la decisión puede parecer pragmática. Pero también puede leerse como una renuncia al rol integrador del Estado en momentos de alta carga emocional colectiva.
Fútbol, pantalla y política
El fútbol no es ajeno a la política. La transmisión de los partidos mundialistas ha sido, históricamente, una herramienta de cohesión nacional. En tiempos de polarización, su ausencia en la TV Pública podría profundizar la sensación de fragmentación. Además, abre la puerta a una discusión más amplia: ¿qué contenidos deben ser garantizados por el Estado? ¿Qué lugar ocupa la cultura popular en la agenda libertaria?