Cada 24 de marzo recordamos no solo las ausencias, sino también la fuerza de quienes transformaron el dolor en esperanza. Este día es un encuentro con nuestra historia y con los sueños de un futuro donde el “Nunca Más” siga siendo nuestro compromiso más profundo.
Ésta no es no es solo una fecha en el calendario. Es el día en el que las voces del pasado se mezclan con las del presente para recordarnos que la memoria no es olvido, ni rencor; es fuerza y valentía. Fuerza para enfrentar verdades dolorosas y valentía para decir “Nunca Más”.
Es inevitable imaginar la tristeza de miles de familias que no saben qué pasó con sus seres queridos, pero también es un día para reconocer la resiliencia de quienes transformaron su dolor en lucha. Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo no solo buscaron justicia, sino que nos enseñaron la importancia de resistir y reconstruir, incluso frente a lo más devastador. Ellas son ejemplo de que recordar no es quedarse en el pasado, sino usar la memoria como puente hacia un futuro más digno y justo.
Este día nos invita a pensar en las historias detrás de cada nombre, cada rostro, cada vida truncada. A reflexionar sobre lo que significa vivir en democracia y cómo cuidar de ella. Porque la memoria no es solo una herramienta para evitar repetir errores; es el corazón de quienes soñaron con un país más inclusivo, libre y solidario.
Hoy, en cada marcha, en cada pañuelo blanco, en cada canción que nos llena de emoción, hay un mensaje claro: que el pasado nunca sea solo un recuerdo, sino el motor que nos impulse a ser mejores, a construir el país que las víctimas imaginaron y que nosotros debemos materializar.