viernes, noviembre 14, 2025

Milei en Yerba Buena: entre la épica libertaria y el ruido de la calle

La visita de Javier Milei a Yerba Buena no fue solo una parada más en su itinerario de campaña: fue una postal condensada del clima político que atraviesa el país. En la Ciudad Jardín, donde la estética ordenada convive con tensiones sociales latentes, el presidente desplegó su habitual puesta en escena: megáfono en mano, desde una camioneta en movimiento, arengó a sus seguidores con frases que apelan al sacrificio y la convicción. Pero esta vez, el fervor libertario se vio opacado por un contrapunto que no pasó desapercibido.

A escasos metros del epicentro del acto, un grupo de manifestantes opositores —docentes, militantes universitarios y ciudadanos autoconvocados, sin filiación partidaria clara— se congregó con pancartas que decían “Fuera Milei” y “Milei basura, vos sos la dictadura”. La consigna “3%”, repetida en varios carteles, aludía al recorte presupuestario en educación, uno de los puntos más sensibles de la gestión actual.

La tensión escaló cuando la Policía de Infantería intervino para reubicar al grupo detrás de un vallado. El operativo incluyó el uso de gas pimienta para contener los cruces verbales entre opositores y simpatizantes libertarios. Dos personas fueron detenidas, una de ellas por resistirse al desalojo. El episodio dejó en evidencia que, más allá del discurso oficial, el terreno está lejos de ser pacífico.

Milei, por su parte, mantuvo el tono desafiante. “Sabemos que la situación no es fácil, pero estamos en el camino correcto”, afirmó ante sus seguidores. La frase, repetida como mantra en cada acto, busca instalar una narrativa de transformación profunda, aunque los hechos en Yerba Buena sugieren que ese camino está sembrado de fricciones.

La escena tucumana revela algo más que un desacuerdo puntual: muestra el pulso de una sociedad que se debate entre la esperanza de cambio y el temor al ajuste. En ese cruce, la figura presidencial se vuelve símbolo y blanco, motor y obstáculo. Y mientras Milei avanza con su cruzada libertaria, la calle —esa vieja usina de legitimidad— le recuerda que no todo se resuelve con megáfonos ni con swaps millonarios.

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