En una escena que parece sacada de un guion tragicómico, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a poner a la Argentina en el centro de su retórica internacional. Esta vez, con una frase que resonó como un mazazo: “No tienen nada, están muriendo”. El diagnóstico, brutal y sin anestesia, fue parte de su intento por justificar un supuesto “rescate” al gobierno de Javier Milei, aunque terminó generando más ruido que alivio.
La intervención de Trump, lejos de ser diplomática, se asemeja más a una declaración de emergencia emocional. Ante la consulta de una periodista sobre la posibilidad de importar carne Argentina, el mandatario norteamericano se mostró visiblemente molesto y respondió con una mezcla de paternalismo y dramatismo: “Argentina está luchando por su vida”. La frase, repetida varias veces, no solo expone la mirada externa sobre la crisis local, sino también la fragilidad del vínculo entre ambos gobiernos.
Lo paradójico es que, en su afán por ayudar, Trump parece hundir aún más la imagen de Milei. Ya lo había hecho días atrás, cuando condicionó su respaldo al resultado de las elecciones legislativas, generando una ola de incertidumbre en los mercados. Esta vez, su “ayuda” vino acompañada de una sentencia lapidaria que, lejos de fortalecer al presidente argentino, lo deja expuesto ante la opinión pública y los actores económicos.
La reacción del gobierno argentino no tardó en llegar, con aclaraciones que intentaron desactivar el impacto de las palabras de Trump. Pero el daño ya estaba hecho. En un contexto de alta volatilidad, donde cada declaración puede mover el termómetro financiero, el respaldo condicionado del líder estadounidense se convierte en una carga más que en un salvavidas.
Este episodio revela, una vez más, la complejidad de las relaciones internacionales en tiempos de crisis. La Argentina, en busca de aliados y oxígeno económico, se encuentra atrapada entre gestos simbólicos y promesas que se desvanecen. Y mientras Milei intenta sostener su narrativa de cambio y libertad, el espejo que le devuelve Trump está roto, y muestra una imagen que nadie quiere ver: un país que, según el líder del mundo libre, “está muriendo”.

