lunes, julio 7, 2025

El adiós al carry: Wall Street le baja el pulgar al experimento Milei

La Argentina vuelve a vivir un déjà vu financiero que trae ecos del 2018: los grandes fondos internacionales empiezan a replegar posiciones, marcando el inicio de una nueva etapa de desconfianza en los mercados. Esta vez, la señal la dio JP Morgan con un informe tajante que recomienda salir de activos argentinos, y que fue rápidamente seguido por versiones sobre una retirada millonaria de Pimco, uno de los fondos más relevantes del mundo en deuda emergente.

Los motivos detrás del retiro son múltiples, pero confluyen en una misma preocupación: el modelo económico del gobierno de Javier Milei no inspira confianza en el mediano plazo. Pese a la baja inflación y ciertos equilibrios fiscales logrados a fuerza de recortes, el creciente déficit externo —que ya superó los US$5.100 millones en el primer trimestre—, el atraso cambiario y la falta de dólares genuinos están generando un cóctel peligroso.

La estrategia de los fondos es clara. Cuando el dólar está planchado artificialmente y los rendimientos en pesos se perciben como insostenibles, la bicicleta financiera (el “carry trade”) entra en zona de riesgo. La frase que circula entre operadores es elocuente: “Buenos Aires está más cara que Berlín”. Con un tipo de cambio que no refleja la realidad, el negocio se agota. Y los capitales —que no tienen ideología, pero sí olfato— ya empezaron a hacer las valijas.

Las consecuencias van más allá del dólar. La posible liquidación de activos por más de US$1.600 millones amenaza con generar un efecto dominó en los mercados financieros locales. Algunos operadores, incluso, ya encuentran paralelismos con la crisis de confianza que detonó durante la gestión de Cambiemos, cuando el propio Luis “Toto” Caputo ocupaba un rol similar al actual. El pasado, lejos de ser historia, parece repetirse en forma de advertencia.

Y mientras los informes de Wall Street advierten sobre “ruido electoral” y “falta de anclas reales”, el gobierno insiste en que todo está bajo control. Pero si algo enseña la experiencia argentina es que la confianza no se decreta: se construye. Y cuando los que conocen mejor que nadie al equipo económico eligen salir, el problema ya no es externo. Es estructural.

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