El Gran Premio de Austria 2025 dejó mucho más que un 1-2 de McLaren. Fue una carrera que consolidó tendencias, expuso debilidades y confirmó que la Fórmula 1 atraviesa una de sus temporadas más impredecibles en años. Lando Norris se llevó la victoria con autoridad, seguido por su compañero Oscar Piastri, mientras Charles Leclerc completó el podio con una Ferrari que volvió a ser competitiva, aunque sin la contundencia necesaria para pelear la punta.
Pero el dato que más ruido hizo no estuvo en la cima, sino en el fondo del paddock: Red Bull, en su propia casa, volvió a decepcionar. Max Verstappen abandonó por problemas mecánicos y el equipo austríaco no logró colocar a ninguno de sus autos entre los diez primeros. El Red Bull Ring, que solía ser territorio dominado por el neerlandés, se convirtió en un espejo incómodo para una escudería que ya no impone respeto como antes.
En ese contexto, el argentino Franco Colapinto volvió a dar pelea. Largó 14°, llegó a estar 11°, pero un toque con Tsunoda y una penalización por bloquear a Piastri lo relegaron al 15° lugar. A pesar de todo, el piloto de Alpine mostró carácter, ritmo y temple. No sumó puntos, pero sumó experiencia. Y en una categoría donde cada décima cuenta, eso también vale.
La carrera en Spielberg también dejó una postal simbólica: McLaren lidera el campeonato de constructores y sus dos pilotos están al frente del torneo. El dominio naranja no es casualidad: es el resultado de un proyecto sólido, con desarrollo técnico sostenido y una dupla que combina juventud con madurez competitiva.
Austria fue, en definitiva, una radiografía del presente de la F1. Un presente donde los gigantes tambalean, los emergentes se consolidan y los debutantes —como Colapinto— empiezan a escribir su propia historia. El campeonato está abierto, y eso, en tiempos de hegemonías largas, ya es una victoria para el espectáculo.