La Argentina de 2025 se ha convertido en un espejo de una desigualdad cada vez más pronunciada. Mientras un sector minoritario de la población disfruta de un crecimiento exponencial en el consumo de bienes de lujo y productos importados, la mayoría de los hogares enfrentan dificultades crecientes para acceder a alimentos, medicamentos y servicios esenciales. La política económica implementada por el gobierno ha profundizado una brecha que se expresa en cada indicador de consumo y calidad de vida, dejando en evidencia un modelo que beneficia a unos pocos mientras excluye a millones.
El Instituto Argentina Grande (IAG) publicó recientemente un informe revelador sobre los hábitos de consumo en el país. Según los datos analizados, el gasto en productos durables como automóviles de alta gama, celulares y electrodomésticos importados ha crecido un 36% interanual, mientras que la adquisición de bienes esenciales y no durables, como alimentos y productos de higiene, ha caído un 2,3%. Este contraste demuestra la polarización del poder adquisitivo en la sociedad argentina: un grupo minoritario, con acceso a dólares y capacidad de ahorro, disfruta de una expansión en su consumo, mientras que la mayoría se enfrenta a restricciones cada vez más severas.
El Costo de la Desigualdad: Garrafas, Ropa y Servicios Básicos
Uno de los ejemplos más alarmantes del impacto de esta desigualdad es el acceso a gas natural. En Argentina, solo el 48,6% de la población cuenta con conexión a la red de distribución, mientras que más de 20 millones de personas dependen de garrafas, cuyo precio ha aumentado un 280% desde diciembre de 2023. Este incremento ha dejado a miles de hogares en una situación desesperante, obligándolos a reducir el consumo o incluso recurrir a métodos inseguros para calefaccionar sus viviendas. Aunque el Programa Hogar, que subsidia la compra de garrafas, sigue vigente, su actualización no ha sido suficiente para compensar la escalada de precios, generando una crisis en los sectores más vulnerables.
Otro reflejo de la crisis se encuentra en el mercado de indumentaria. Según un informe de la Cámara Argentina de la Industria Textil, la compra de ropa y calzado ha caído un 30%, marcando un mínimo histórico en el país. Mientras que el consumo de marcas internacionales se mantiene estable entre los sectores de mayores ingresos, los negocios barriales y pequeños comercios han visto desaparecer a sus clientes habituales, afectados por la imposibilidad de afrontar gastos fuera de lo estrictamente necesario.
A esto se suma el deterioro de los salarios, que continúan sin recuperar su poder adquisitivo real. Aunque los ingresos formales han mostrado leves mejoras en algunos sectores, aún están muy por debajo de los niveles de 2019. Según datos del Ministerio de Trabajo, el 50% de los hogares argentinos ha tenido que recurrir a estrategias extremas para sobrevivir, ya sea vendiendo pertenencias, tomando préstamos o reduciendo su nivel de consumo a lo mínimo indispensable.
Un Modelo en Debate: Crecimiento Selectivo y Exclusión
La brecha entre el consumo de productos de lujo y la caída del acceso a bienes esenciales plantea serios interrogantes sobre la sustentabilidad del modelo económico actual. Mientras el gobierno celebra la apertura del mercado y el ingreso de bienes importados, la realidad cotidiana de millones de argentinos demuestra que la desigualdad se está profundizando.
La liberalización económica ha permitido un crecimiento en sectores específicos, pero a costa de una exclusión cada vez mayor. La promesa de una Argentina más competitiva y moderna parece estar chocando con los límites de una sociedad donde la mayoría no logra cubrir sus necesidades básicas. Mientras el Estado reduce su intervención en el mercado, la crisis social se agrava, dejando a millones en una situación de vulnerabilidad extrema.
En este contexto, la gran incógnita es: ¿hasta cuándo podrá sostenerse este esquema sin generar un colapso social? La falta de respuestas ante la creciente desigualdad y el deterioro de la calidad de vida de los sectores más afectados será el desafío más difícil para la administración actual en los próximos meses.