El Gobierno de Tucumán avanza en la recuperación de terrenos de la antigua ciudad de Ibatín, un sitio de alto valor arqueológico e histórico. Mientras las autoridades destacan la importancia de preservar el patrimonio provincial, la situación abre un debate sobre el impacto social de estas medidas y el futuro de las familias que ocupan el predio.
La ciudad histórica de Ibatín, donde se fundó la primera capital de Tucumán en 1565, es un testimonio invaluable del pasado provincial. En un nuevo intento por proteger este legado, el Gobierno notificó a vecinos que ocupan irregularmente tierras fiscales, marcando otro capítulo en la constante disputa entre preservación y necesidad social.
Desde la Fiscalía de Estado se enfatizó que la recuperación del predio responde a la urgente tarea de cuidar el patrimonio provincial. La importancia arqueológica del lugar, donde aún pueden encontrarse vestigios de la antigua ciudad, hace que su protección sea una prioridad. Sin embargo, detrás de cada acción legal existen historias personales: familias que llevan años viviendo en la zona y que, más allá de la cuestión dominial, ven su futuro afectado por decisiones estatales.
Este tipo de conflictos reflejan un dilema recurrente: ¿cómo equilibrar la necesidad de preservar la historia con la realidad de quienes han convertido estos terrenos en su hogar? La acción gubernamental en Ibatín podría ser un precedente para casos similares en la provincia, donde tierras con valor histórico también han sido ocupadas. La solución no solo debe apuntar a la recuperación patrimonial, sino a garantizar alternativas dignas para quienes hoy enfrentan la incertidumbre.
Así, la defensa del pasado se encuentra con las urgencias del presente. La recuperación de Ibatín es una oportunidad para reforzar la identidad cultural de Tucumán, pero también un llamado a abordar de manera integral el problema de la ocupación irregular. El desafío está en encontrar una respuesta justa para ambas realidades.
