Mientras Luis “Toto” Caputo aspira a un récord Guinness como el mayor endeudador de la historia, los argentinos seguimos pagando la cuenta. ¿Será el “Messi de las finanzas” capaz de gambetear este debate, o terminará con tarjeta roja en la memoria colectiva?
En un gesto que mezcla ironía y crítica, el periodista Reynaldo Sietecase ha iniciado un trámite formal ante Guinness World Records para que Luis “Toto” Caputo, exministro de Economía, sea reconocido como la persona que más endeudó a un país en la historia. Aunque pueda parecer una broma, esta solicitud tiene un trasfondo serio: poner en el centro del debate público las consecuencias de las políticas de endeudamiento que han marcado la economía argentina en las últimas décadas.
Caputo, figura clave durante las presidencias de Mauricio Macri y Javier Milei, fue protagonista de acuerdos de deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y otros organismos internacionales. Estas decisiones llevaron a Argentina a niveles históricos de endeudamiento público, generando críticas tanto dentro como fuera del país. La ironía de Sietecase al señalar que “esperamos que el que lo mejore no sea el propio Caputo” subraya la gravedad de un problema que trasciende nombres y gestiones.
El endeudamiento no es solo una cifra en los balances; es una carga que afecta a generaciones enteras. Impacta en la capacidad del Estado para invertir en salud, educación e infraestructura, y condiciona el futuro económico de millones de argentinos. Más allá de los récords, lo que está en juego es la sostenibilidad de un modelo económico que parece atrapado en un ciclo de deuda y ajuste.
Y mientras el “Messi de las finanzas” busca su lugar en los libros de récords, los argentinos seguimos esperando que alguien, algún día, juegue este partido con un poco más de estrategia y menos goles en contra. Porque, al final, no se trata de ser el mejor en endeudarse, sino en construir un país que no necesite récords para salir adelante.
