Hemos naturalizado entrar a leer artículos que prometen una magia que no poseen “Se tiro de un puente” dice la nota y poco tiene que ver con lo sucedido al leerlo, más bien habla de cosas relacionadas que poco nos importan al elegir leer el artículo.
Hablan de peleas que jamás existieron y nombran personajes populares haciendo cosas
que no hicieron. Puro show y del malo.
¿Por qué nos seducen tanto las mentiras ? ¿Por qué todos los medios de comunicación se ven en la obligación de repetir este formato? Quizás se perdió el amor por la lectura, eso hace que tengamos que, con engaños, atraer lectores, sin importar las bajezas que se digan en la portada.
¿Cómo logramos identificar medios que publiquen cosas reales? ¿Cómo logramos distinguir un título que prometa y cumpla su contenido? Quizás somos una generación o quizas ya muchas generaciones que solo leen titulares, por eso estamos tan desinformados.
Una cosa es el título engañoso “La noticia más esperada en la vida de”… y cuantan que le llego un Shampoo por correo y otra es la mentira “Defraudó a su pareja” y relata que sacó a pasear al perro sin avisar.
También están los títulos que ocultan información importante y hacen dudar al lector, estos muchas veces desinforman más al leerlos “Se derrumbo la economía” o “La inflación no creció.
Estamos en una época de gente mal informada, estamos en una época de gente que se informa por un titulo sin leer la nota, ¿somos un peligro al informarnos siempre a medias? ¿Y al manifestar nuestras opiniones como absolutas? Somos personas que hablan sin contenido? Quizás tengamos que capitalizar nuestros errores y comenzar a leer responsablemente.
Por: Leticia Ramos Gatti